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Empecemos por enterarnos de algunas de las acepciones que la palabra cadena tiene en el DRAE.
1. f. Serie de muchos eslabones enlazados entre sí. Se hacen de hierro, plata y otros metales o materias.
5. f. Atadura inmaterial.
6. f. Opresión o poder absoluto.
9. f. Agrupación de emisoras de radio o de televisión que emiten uno o varios programas simultáneamente.
15. f. Cuerda de galeotes o presidiarios que iban encadenados a cumplir la pena que se les había impuesto.
16. Estar muy sujeto, oprimido y mortificado. (encadenados, en cadenas).
En algo creo estaremos de acuerdo y es que las cadenas, sean de oro, plata o acero…siempre encadenan, es decir, amarran. Encadenamos a ciertos animales por necesidad, encadenaban a los esclavos en la galera, y encadenan a muchos presos hasta, incluso, cuando van camino del patíbulo.
Pero hay cadenas o ataduras inmateriales que sofocan y amarran lo mismo que las materiales. Hay que romper las cadenas de la ignorancia, del abuso, de la opresión, de la tiranía… Son expresiones que repetimos cuando nos sentimos así, aprisionados, indefensos, atados, esclavos…
En la actualidad están de moda las cadenas. Y no me refiero exactamente a esas que cuelgan del cuello de muchas personas luciendo alguna insignia o símbolo de su agrado. Hablo de las cadenas de radio y televisión.
Creo que estas cadenas tienen que ver con la acepción 5 que habla de atadura inmaterial, pero que no deja de ser atadura, tanto como la que controlaba los pies del prisionero o el cuello de los esclavos.
Son ataduras y si lo son, llevan consigo la característica de la opresión, del poder que obliga a ver y escuchar lo que nos quieran decir y sin tener la capacidad ni física ni moral de responder…
Esas ataduras son malignas e indecentes porque nos atan en nuestra misma casa, penetran en nuestros hogares, violan nuestra intimidad…
Dichas ataduras siempre serán, aun en el más leve de los casos, señal de poder, de opresión porque son obligatorias, porque se pisotea la voluntad y libertad de los ciudadanos, porque se les obliga a escuchar y ver lo que muchas, muchísimas veces, no quieren oír ni ver.
Todos los gobiernos tienen derecho a usar los medios de comunicación en casos excepcionales para informar al pueblo. Generalmente no lo hacen porque la prensa se encarga de ese trabajo o porque, en algún programas especial, y muy de tarde en tarde, los gobernantes informan sobre sus proyectos, cuestiones de actualidad o realizaciones. Así se hacía en épocas recientes.
Dije que entre nosotros las cadenas están más que de moda…ya son muchas…demasiadas. Tenemos el récord en esta actividad estatal. Ganamos, incluso, a Venezuela…que ya es mucho decir.
Hasta el 30 de diciembre pasado, se habían registrado 233 cadenas nacionales. Hasta esa misma fecha se habían producido 155 enlaces presidenciales (llamadas por muchos “las sabatinas”).
Y lo curioso, en realidad no tiene nada de curioso, es que por días o momentos “muy oportunos” para el gobernante, se intensificaron considerablemente. A esto tendríamos que sumar la cantidad de propaganda que nos entra en casa por televisión y radio especialmente aprovechando momentos de gran sintonía nacional.
Como dato curioso se conoce que el presidente de México había utilizado seis cadenas nacionales y la presidenta de Argentina, 11, en un año. Y cuál ha sido el motivo de tanta cadena? Según el secretario de información del gobierno, “la necesidad de aclarar y desmentir tantos errores cometidos por la prensa corrupta”. (¿¿¿???).
Pero no creo que sea ninguna ofensa ni calumnia afirmar que muchas, muchísimas cadenas, han servido para “dejar en la lona”, utilizando términos populares, a todos aquellos que, de una forma o de otra, se manifiestan contrarios o no partidarios de las acciones de los gobernantes. Y eso sí que es sobrepasar los límites de la legalidad y la ética, sobre todo si dichas personas no tienen el derecho a defenderse cuando se han metido hasta con su vida privada. En esos momentos la palabra cadena, adquiere su total significado.
Estoy seguro que, situaciones como estas, no las soportarían en la mayoría de países libres y democráticos.
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