¡Qué
vergüenza, América!
Leopoldo López, te equivocaste en tu buena fe.
Podríamos
parafrasear aquí el título de aquella nuestra novela americana y escribir
“Historia de una condena anunciada”. Un año ha durado el juicio. Como cincuenta
audiencias. Más de cien testigos (falsos) del Ministerio Fiscal. Y, para que no
se olvide la juez provisional, la música de fondo presente en todo momento: el
deseo, la decisión de Maduro de que Leopoldo López esté preso.
¡Qué
vergüenza, América!, la tierra de la libertad y del resurgir político y
económico, de la teología de la liberación y el desprecio definitivo por los
dictadores gorilas o civiles. Qué vergüenza, repito y no me cansaré de hacerlo.
Nos sobran organismos regionales lo mismo nos da que asomen con tientes políticos
o comerciales. Y nadie da la cara por la justicia y el desastre a que está
sometido un pueblo. El Mercosur no sirve. Ni sus miembros se entienden en el
campo comercial y de integración. Por ahí apareció uno, con intenciones
pragmáticas en esta aldea global, la Alianza del Pacífico, que parece transitar
en sus intenciones por el camino correcto en lo económico y social.
Pero
¿dónde queda la Patria Grande, el sueño de Bolívar? Se quedó en una mera
consigna o spot publicitario de ciertos gobernantes que hasta se aprovechan de
nuestros héroes en su desenfrenado interés por mantenerse en el poder como
mesías. ¿Para qué nos sirven la UNASUR, la OEA, por ejemplo? El secretario de
la UNASUR pregona a los cuatro vientos que su organismo respeta las decisiones
de la justicia en Venezuela. El señor Samper, expresidente de Colombia, uno de
los peores presidentes que ha tenido ese país, según el pensar de la gran
mayoría de ciudadanos colombianos, amigo personal de todos los gobiernos
autocráticos de la región, inquilino del edificio regalado por un país en
crisis económica y en busca frenética de dinero por medio de impuestos, luego
de haber despilfarrado el dinero de la nación, dice, a nombre de la UNASUR
(unión de naciones de Sudamérica),que respeta la decisión de la justicia de
Venezuela… Convénzase, señor Samper, que los pueblos no piensan ni como usted
ni como los gobernantes en este asunto ¡Qué vergüenza, señores mandatarios de
América! Definitivamente nos les interesan las personas ni sus derechos. Los
intereses son el motor que les mueve a todos. ¿Tanta es la influencia o el
miedo que infunden en ustedes las consignas y sandeces de los miembros de ese
organismo regional del triste amanecer? Son estos los que gritan e insultan en
forma arrogante e insensata a quienes se atreven a expresar su opinión en temas
como la condena de Leopoldo López amparándose en aquello de la no intervención
en asuntos internos. Consigna que no funciona ni vale un comino cuando a ellos
no les conviene.
El
señor Samper, ilustre e incondicional de los que sabemos, habla del respeto a
las decisiones de los países miembros. No importa que sean injustas, que el
pueblo esté sufriendo los efectos de la fiebre insensata de sus mandatarios…
Hay que respetar… Poco respetaron algunos conocidísimos cancilleres de nuestro
entorno la decisión constitucional de Paraguay cuando destituyeron a su
presidente. Allí sí volaron como aves carroñeras a defender al “amigo” y a
pedir descaradamente al alto mando militar que no permitiera “tal atropello a
la democracia.” En ese momento no hubo intervención en asuntos internos de cada
país…
Te
equivocaste pensando en la correcta e imparcial justicia de tu país, Leopoldo
López. No es fácil entregarse públicamente a la justicia (¿?) con la esperanza
que tu inocencia sería probada con argumentos sencillos, claros y verídicos. Te
equivocaste. La esperanza es lo último que se pierde y por eso sigues ahí
abusado, maltratado, insultado, desprestigiado personal y públicamente. Pero tu
decisión y el respaldo de tu familia y los miles y miles de venezolanos nos
estremece. Envidiamos tu valentía y decisión. No te olvides: eres el preso, el
reo del más inepto, arrogante, insensato y esclavo de un gobierno extranjero
que lo maneja a su antojo.
En
tu país como en otros, eres condenado por pensar distinto y decirlo. Te
convertiste en una piedra en el camino para los que manejan a su antojo la
justicia, la economía, el pensamiento y la legislación. Cuando todo esto
termine serás otro Mandela, no lo dudes. En América ya sabemos cómo se define a
las personas que se atreven a disentir de “la verdad” del dictador: eres un
terrorista, asesino, incendiario, instigador de masas para la violencia…todo
eso eres para ellos.
La
juez sometida a la voluntad del que sabemos, hablará de sentencia justa en la
que “se respetó el debido proceso”. Estas palabras suenan tan desafinadas en
algunos países de nuestra América que ya no nos llaman la atención. Todo se
hace “apegados a la ley”…del que manda, claro está.
¿De
qué debido proceso estamos hablando? Se ignoraron las pruebas de la defensa. La
fiscalía no aportó ninguna prueba convincente. No hubo la adecuada facilidad
para la defensa. Todo se desarrolló en secreto. Sólo los acusadores están
presentes en las audiencias. No se permite la presentación de los testigos de
la defensa y sí más de cien comprados por el Estado. Por fin no se permitió
pasar un video en el que se deshacía toda acusación. Y, repito, como música de
fondo amplificada por todos los medios, el deseo de Maduro de que estés preso.
Incluso, otro de los pilares de la dictadura llegó a sugerir que si eras
absuelto podría “el pueblo” lanzarse contra los jueces, perdón, contra la juez
Susana… Para qué más argumentos.
Me
referí antes a la OEA. Parece como que si viéramos una luz al fondo del túnel.
Su Secretario General se atreve a pedir que organismos y gobiernos del planeta
estudien el proceso que terminó con la condena de Leopoldo López. Este hombre,
el Secretario de la OEA, comienza mal su papel en el organismo. Con toda
seguridad que ya escucharemos los improperios de los que sabemos contra él
porque, dirán, se ha parcializado por el imperio…
¿Tiene
lógica el hecho de que una familia, en este caso cubana, y unos pocos
incondicionales y bien pagados, tengan sometido a un pueblo a sus ideas
políticas y económicas durante más de 50 años? ¿Tiene lógica el hecho de que
una gobernante como Chávez, hable de lo malo que es la riqueza cuando la
familia tiene inmensas propiedades en su
país e ingentes cantidades de dinero en
el exterior? ¿Tiene lógica el que estos señores del triste amanecer hablen como
Lenin, gobiernen como Estalin…y vivan, en cambio, como Rokefeler?
Desvergonzados. Es lo menos que podemos decir.
¡QUÉ
VERGÜENZA, AMERICA!