Así dice el refrán muy sabiamente.
Algunos de los interrogantes que muchos nos hacemos son, por ejemplo, quién redactó las preguntas de la consulta y si se pensaron con las vísceras o con el cerebro. También surgen algunas otras como las que tienen que ver con la finalidad verdadera de las mismas.
Ahí va un botón. La pregunta número 1 de los temas generales dice: “Con la finalidad de combatir la corrupción, ¿Está usted de acuerdo que sea delito el enriquecimiento privado no justificado?” (el subrayado es mío). Hace días que algunos pensantes habían visto la dificultad para fijar límites reales, no subjetivos, entre enriquecimiento no justificado, injustificado o ilícito por parte de los jueces. Los problemas han salido a la luz y ahora el Señor Presidente dice que donde dice –no justificado-, él quiso decir –ilícito- pero que el Tribunal Constitucional cambió la redacción. Este Tribunal responde que ellos no cambiaron el texto de esa pregunta, que no lo tocaron. ¿Quién redactó la pregunta y con qué intención? Hay bases para pensar mal y verla dirigida hacia sujetos políticos determinados.
Segundo botón. La pregunta cuatro de los mismos temas generales dice textualmente: “Con la finalidad de evitar los excesos en los medios de comunicación, ¿Está usted de acuerdo que se dicte una ley de comunicación que cree un Consejo de Regulación que norme la difusión de contenidos en la televisión, radio y publicaciones de prensa escrita, que contengan mensajes de violencia, explícitamente sexuales o discriminatorios; y que establezca los criterios de responsabilidad ulterior de los comunicadores o los medios emisores?” Hace sólo unos días, el Señor Presidente manifestó que la pregunta es irrelevante e innecesaria para lo que se pretende en la ley. Vuelvo a preguntar ¿quién redactó las preguntas? Si son innecesarias o no están bien redactadas, ¿para qué las publican? ¿Tenemos que ir a votar por algo que no vale o no es necesario?
Y es que hablando de preguntas no necesarias, también hay otras, como aquella de que sea un delito el no afiliar al trabajador a la seguridad social. Ya lo es, según una de las acepciones del DRAE: 1. m. Culpa, quebrantamiento de la ley. ¿Para qué la pregunta?
Pero es que la palabrita “delito” tiene varias acepciones y es bueno leerlas detenidamente. Hay una que transcribo y dice así:. ~ político 1. m. Der. delito que establecen los sistemas autoritarios en defensa de su propio régimen
Cuidado, entonces, con la palabrita porque un gobierno la puede aplicar siempre que le convenga en beneficio propio
Creo haber escuchado una vez al Señor Presidente decir que la pregunta relacionada con la muerte de los animales, direccionada intencionalmente a la denominada fiesta taurina, fue sugerida por un grupo de jóvenes quiteños que se oponen al espectáculo. Es de suponer que no serán aquellos que arman los espectáculos de violencia en las cercanías de la plaza de toros para protestar por la muerte de los animales. Los noticieros de esos días han dado buena cuenta de todo aquello. Allí, enardecidos por el alcohol, no se respeta ni a los vecinos, ni a los transeúntes ni entre ellos mismos. Aún conservo en mi retina la imagen de alguien de ellos en el suelo y pateado de forma inmisericorde y brutal por el resto. ¿Por qué no se pregunta sobre la conveniencia o no de esa violencia?
Hemos nacido libres, los creyentes decimos que así nos quiso Dios. Es muy triste ver cómo algunas personas destrozan su vida y a veces las de los suyos, en vicios como el juego, el alcohol, las drogas... De todos formas es su decisión, su problema, su irresponsabilidad si se quiere decir así. ¿Habrá que normar también para estos casos prohibiendo el trago, por ejemplo? Pienso que no. Sin embargo se nos pide que normemos el funcionamiento de los casinos, mejor dicho, que los prohibamos. ¿Quiénes van allí? ¿Cuántos van? Si lo hacen, es su problema, es su fallo y deben atenerse a las consecuencias. Siento que se respira mucha demagogia en el ambiente y hasta un tufillo de fundamentalismo barato.